Capitulo 5
El Lugar Donde Te Encuentras… No Siempre Es Un Obstáculo Para Amar.
Clarisa regresaba de comer… y al entrar en su oficina, encontró una rosa blanca en su escritorio. Se sorprendió; pero casi estaba segura de saber quien la había dejado ahí.
Con pasos veloces se dirigió a la oficina de Alexander, llevando la flor entre sus manos.
— ¿Puedo pasar?...
— ¡Por supuesto!... Estás en tu empresa Clarisa. Pasa por favor.
Sus miradas eran algo desviadas… parecía que no querían mirarse de frente. Al fin, Clarisa pregunto:
— ¿Qué… significa esta flor?
Alexander respondió con una ligera sonrisa.
—Bueno… el color lo dice todo… Es blanca, como una bandera de paz. Y precisamente eso quiero Clarisa, que estemos bien… perdóname por no haber sabido contener mis emociones…, por no controlar esto que siento que me quema el pecho y se apodera de todo mi ser.
Perdóname por no evitar nuestro encuentro. Pero desde que conocí a tu padre… y tuvo a bien… mostrarme una fotografía tuya, misma que olvidó… y que aún conservo. Desde ese momento me enamore de ti.
En ese tiempo yo no estaba en condiciones de sentirme atraído por nadie más.
Pero… después que el destino marcara un fin a mi matrimonio, supe que tenía que buscarte. No sabía a lo que me iba a enfrentar; pero… cuando supe del deceso de tu padre, sentí que tenía que estar a tu lado. Que era mi única oportunidad para brindarte mi apoyo y ganar tu confianza; pero… me equivoque… lo único que he logrado, es que dudes de mí y que me consideres una mala persona.
La entrega.
Clarisa interrumpió.
—Detente Alexander, no es así. Yo no te considero de tal manera… más bien, creo que me comporte como una tonta. Todo el tiempo he dudado de ti y sin embargo; yo también te amo… creo… que desde la primera vez que te vi.
Un estremecimiento… tuvo lugar, en todo el cuerpo y alma de Alexander, no creía que sería correspondido… la reacción no se hizo esperar…, se acerco a Clarisa, un abrazo fuerte y un tierno beso, concluyeron todas las dudas de ambos. La cercanía y el latir de sus corazones… incitaron lo que ya era inevitable… no les importó que alguien pudiera llegar, no pensaron en el lugar y espacio, solo se dejaron llevar… tiernos besos se convirtieron en caricias apasionadas. Alexander se mostraba experto; pero a la vez temblaba por la gran excitación que se dejaba sentir en su cuerpo.
Sabía que Clarisa ya no se opondría… reconoció que era el momento de hacerla suya. A su vez… Clarisa le correspondía… cada caricia que Alexander le ofrecía, fue disfrutada al máximo. El se mostraba sabio…, la conducía delicadamente… ella entregaba su cuerpo con plena disposición, era mucho el temor a lo desconocido… pero era más fuerte la pasión que la quemaba y le pedía a gritos permitir la culminación, de aquello… tan anhelado por ambos.
Alexander recorría cada centímetro de de su piel, sus labios buscaban los lugares más estimulantes… llevo sus manos hasta la cavidad intima de Clarisa. Sus dedos parecían conducirse por sí mismos… se desplazaban diestramente, buscando la lubricación al máximo; preparándola para lo que después vendría…
Clarisa gemía de placer… aquel dolor que le propiciaba la caricia era intenso, pero no temía… ansiaba llegar hasta el final... pese a lo que fuera…
Alexander se encontraba en plena erección… comprendió entonces Clarisa, que era el momento de unirse en uno mismo.
Separo delicadamente sus piernas… permitiendo la penetración… que en un principio… fuera delicada y suave…, hasta convertirse en casi salvaje… Clarisa clavo sus uñas en la espalda de Alexander. Así… después de varios momentos de intenso placer… culminaron en un fascinante orgasmo.
En verdad Alexander no podía dar crédito a lo que acababa de suceder. Al terminar… evidentes pruebas había que era la primera vez… que Clarisa se entregaba a un hombre.
Alexander se sentía algo extrañado, pero a la vez le parecía algo maravilloso… la pregunta no se hizo esperar.
— ¿Clarisa eras virgen?
—Te dije… que aun no había encontrado a la persona ideal.
—Pero yo pensé… bueno, eso no es tema a discusión. La verdad es que ahora te admiro y te amo aun más...
Un beso concluyo aquella escena, se apresuraron a vestirse. Después… ambos se incorporaron a sus labores. Tanto Clarisa como Alexander recordaban los momentos de su entrega, les resultaba tan placentero como revivir aquellos momentos. El temor de haber sido escuchados existía… pero quedaba a un lado, por el placer que les provocaba su entrega.
Más tarde… al concluir el horario laboral. Los empleados abandonaron la planta. Alexander fue en busca de Clarisa.
— ¿Me… permites acompañarte preciosa?
Clarisa aceptó más que encantada. Todo el trayecto hacia la casa, fue de arrumacos. Parecía que ambos deseaban que jamás llegara el momento de separarse.
—Alexander, quédate… a cenar conmigo.
Esta vez… Doña Rosa la cocinera, había dejado un delicioso estofado, listo para saborearse. La cena fue solo el pretexto. Pues aquellos enamorados no perdieron oportunidad para nuevamente demostrarse su amor.
Tan pronto estuvieron solos… buscaron el lugar y momento oportuno… y nuevamente se hicieron uno mismo. Fue para ambos un placer incomparable… tener la oportunidad de sentir sus cuerpos al desnudo.
Las caricias eran insuficientes… ambos anhelaban la entrega total. El deseo y la pasión, los llevo a no poner límites… la habitación de Clarisa, fue testigo de esos momentos de entrega y placer…
Sin darse cuenta se quedaron dormidos por varias horas. Alexander despertó y al observar la hora, opto por retirarse. Temía que Esperanza pudiera enterarse de lo que momentos antes… había sucedido. Al voltear hacia Clarisa, notó que aun dormía profundamente. Tratando de no hacer ruido… opto por salir despacio, como el ladrón…
Un ligero beso en la frente de Clarisa, fue su despedida… nunca imaginó lo que estaba por suceder… y que marcaría de una manera dramática su vida.
Al salir de la casa atravesó la calle para tomar un taxi, cuando de pronto… fue envestido por un coche, que era conducido a gran velocidad. El tipo se encontraba bajo los influjos del alcohol; por lo que se dio a la fuga. No faltó quien llamara a una ambulancia. Alexander de momento, no traía documentos que lo identificaran. Por tanto… el servicio médico solo se limito a dar la atención necesaria… ingresándolo como paciente NN. (No Nombre) Su estado de salud era crítico… se encontraba grave, casi al borde de la muerte.
18 mayo, 2010
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