Capitulo3
Sentir No Depende De Uno Mismo… Los Sentimientos Son Inevitables…
El cansancio termino por vencerla llevándola a un profundo sueño… por cierto nada reparador… En él…, miraba fantasmas acechándola, se sentía sola, desprotegida…, gritaba, pero nadie podía escucharla.
Se sentía cansada… parecía que la cama la abrasaba impidiéndole levantarse… el sonido del despertador la arranco de golpe de esos sueños que la atormentaban.
Al despertar, volteo su vista al reloj, dándose cuenta que estaba a buen tiempo para alistarse… El problema era que no tenía ánimos… se sentía cansada.
Se estiro, bostezó y casi de un brinco salió de la cama. Se animo poniendo música, realizó un poco de ejercicio… terminando en una ducha de agua tibia.
Mientras enjabonaba su cuerpo se percató que sus pezones estaban endurecidos, no pudo evitar pasar nuevamente sus manos sobre ellos… ese contacto le hizo sentir una extraña sensación, su vientre y todo su ser respondían a ese estimulo… de inmediato Clarisa terminó su baño, tratando de ignorar lo sucedido.
Esta vez… dedico más tiempo a preparar su atuendo; combinó zapatos, bolso y accesorios… realmente se veía muy atractiva. Parecía que tenía plena intención de impresionar a alguien… cualquiera que la conociera podría notar que se reflejaba en ella un brillo distinto en su mirada.
Después de desayunar…, se despidió de Esperanza; Acordando llegar temprano para asistir juntas al teatro. Sin más… se dirigió a la empresa; llegó un poco antes que de costumbre. Adriana su secretaria aun no llegaba. Clarisa se instaló en su oficina, permaneció sentada en su silla por un momento… se sentía inquieta, parecía que estaba desesperada por algo.
Comprendió entonces… que lo que quería era ver a Alexander, ansiaba el momento de estar cerca de él. Era como si todo su ser le pidiera a gritos sentir ese calor que se provocaba en su cuerpo al tenerlo a su lado. Deseaba percibir su aroma y sentir que casi podía saborear su aliento. Se dejó llevar por sus pensamientos y por las emociones que se encontraban a flor de piel… que no se percato que Alexander había entrado en su oficina y tenía ya un rato observándola.
Clarisa permanecía con los ojos cerrados, era como si disfrutara… en su rostro se podía reflejar un toque de placer, de regocijo, de alegría. Alexander se acerco lentamente hacia ella, se inclino y muy cerca en su oído murmuró.
— ¡Buenos días Arquitecta!...
Clarisa casi brincó del sillón en donde se encontraba. Su cuerpo temblaba…, palideció y se mostró un poco molesta. Al momento le reprochó.
— ¿Qué te pasa?... ¡Me asustaste!
Alexander a su vez sonreía… para el resultaba divertido ver que Clarisa mostraba cara de enfado.
—Ya… no te enojes, te vas a ver fea si sigues haciendo esas caras gruñonas. La verdad es que hoy te vez divina… y, con tu atuendo no va para nada esa cara. ¡Ya!… ¡Anda, alégrate…, si… dame una sonrisa!...
Al escucharlo… Clarisa olvidó su enfado y no pudo evitar sonreírle.
— ¿Siempre eres tan adulador?
—No. Solo con las chicas lindas que se esconden detrás de una careta, para ocultar sus sentimientos.
Clarisa prefirió ignorar el comentario.
—No sé a qué te refieres Alexander. Pero dime… ¿Crees estar listo para participar en la próxima reunión con los inversionistas extranjeros?...
Clarisa sabía que era demasiado pronto para que Alexander se encontrara en condiciones de intervenir en la próxima junta, que tenía en puerta. Pero consideró que era una forma de conocer que tanta experiencia tenía… era tanto como ponerlo a prueba…
— ¡Claro que sí!... tengo algunos proyectos que creo que te van a parecer interesantes… y que de aprobarse… harán redituar muy buenos dividendos a tu empresa.
No esperó recibir tal respuesta… por lo que un tanto despectiva le respondió:
—Me parece que debería analizarlos Alexander, de esa manera podré familiarizarme con ellos… y así ayudarte a presentarlos.
— ¡Por supuesto…! , ¿Te parece si organizo todo y pasas a mi oficina después de comer?
—Sí, me parece bien…
—Entonces te veo más tarde.
El tiempo transcurrió lentamente para Clarisa… apenas quiso probar bocado… esperaba con ansia el momento de estar nuevamente cerca de Alexander. Espero prudente y después de un rato se dirigió a la oficina, para revisar juntos los proyectos. Alexander la esperaba… para el también era casi necesario tenerla cerca.
Clarisa tocó suavemente la puerta.
— ¿Se puede…?
— ¡Claro…! ¡Pasa!… tengo todo listo… mira… ¿Qué te parece…?
Después de un rato de revisar minuciosamente los proyectos Clarisa se mostró complacida.
— ¡En verdad son muy interesantes Alex!... Creo que van a ser un éxito.
Alexander la observaba… y mostraba en su rostro una ligera mueca de agrado.
—Creo que realmente los proyectos son de tu agrado, acabo de notar que me llamaste Alex.
— ¿Eso te molesta?
—Por supuesto que no. Más bien me agrada muchísimo… saliendo de tus labios es una caricia a mi oído.
Clarisa sintió un estremecimiento en todo su ser, los cumplidos de Alexander la hacían alejarse por unos momentos de la realidad. Tenerlo tan cerca la hacía imaginar cómo sería poder besarlo… casi podía sentir sus manos acariciándola…
No podía entender cómo es que ese hombre la hacía sentirse tan especial y al mismo tiempo tan nerviosa… mostraba en todo momento fortaleza, aunque realmente se sentía tan frágil… en esos momentos tenerlo cerca le había ayudado a sobre llevar de cierta manera, la muerte de su padre.
— ¡Bueno me voy, tengo que retirarme temprano!...
— ¿Pasa algo Clarisa?...
—No. Es solo que invite a mi madre al teatro y quisiera llegar a buen tiempo…
Por un momento Alexander permaneció en silencio… sin pensarlo le respondió:
—Me alegra que sea eso… y no algún problema…, o algún tipo lo que hace que te marches.
— ¿Algún tipo…? , ¿A qué te refieres…? —. Para Clarisa fue por demás extraño que Alexander le hiciera tal comentario…
—Perdona Clarisa, sé que no tengo ningún derecho a preguntar; pero… ¿tienes novio…?
— ¡No… aun no ha llegado el hombre ideal a mi vida…!
— ¿Acaso tienes muchos requisitos que cubrir…?
— ¡Tal vez si…! , ¡Tal vez no…! Más bien creo que no me he dado la oportunidad, no he buscado o, no he estado en el lugar o, momento preciso…
— ¡Pues… qué bueno que así sea!...
— ¿Qué dijiste…! —. Clarisa no podía creer que Alexander respondiera de tal manera…
— ¡Perdona!... ¡No fue mi intención…! , ¡No quise decir…! , solo que…
Alexander fue interrumpido por Clarisa.
— ¡Olvídalo… te veo mañana!...
— ¡Esta bien!... ¡Que se diviertan!...
Casi como pretendiendo no darle importancia a las palabras de Alexander, Clarisa salió de la oficina…, dejo el edificio y se dirigió a su casa…
Al llegar… su madre la esperaba lista para salir juntas al teatro. En pocos minutos… Clarisa se alisto y salieron apresuradas.
Llegaron a buen tiempo… se acomodaron en lugares que les permitían presenciar muy de cerca la obra que recién estaba de estreno.
Clarisa considero que para Esperanza sería una buena forma de distraerse… por lo que a pesar de estar muy reciente la muerte de su padre, no dudo en invitar a su madre a presenciar una obra que sabía que sería de su total agrado.
Esperanza disfrutaba de ese momento de distracción… durante los últimos meses se había dedicado de tiempo completo al cuidado de su esposo. La enfermedad que lo llevara a la muerte lo había consumido lentamente… tanto a él, como a ella… que vivió muy de cerca los momentos más difíciles… al lado del hombre con quien permaneciera casada por más de treinta años. Era obvio que le costaría trabajo reponerse de esa pérdida… pero cuando se ve sufrir de cerca a un ser querido, se reconoce que es mejor llegar al fin de ese sufrimiento… la muerte entonces resulta ser algo más aceptable…
Pasaron los minutos… y al término de la obra. Clarisa tomo a su madre del brazo para ayudarla a levantarse del asiento. De pronto… una mano más entro en ayuda de Esperanza.
— ¡Alexander!... ¿Qué haces aquí?... —Preguntó: Clarisa.
— ¡Me permite… señora!
Las palabras de Clarisa prácticamente… fueron ignoradas por Alexander.
— ¡Claro muchacho…! , ¡Que gusto verte…! No sabía que gustabas del arte dramático.
—Bueno… no soy muy fanático, pero me gusta disfrutar de una buena obra y esta es una de ellas.
— ¡Veo que tienes buen gusto! —. Expresó Esperanza.
Alexander volteo a ver a Clarisa… y con algo de picardía les sonrió.
—Claro… que tengo buen gusto.
Clarisa se sintió apenada, solo pudo atinar a bajar levemente la cabeza para evadir la mirada penetrante de Alexander. Al momento salieron del teatro.
—Si gustan, puedo acompañarlas de regreso a su casa.
—No es necesario. No te molestes Alexander.
—No es molestia Clarisa. Permítanme acompañarlas, es tarde y me sentiría muy preocupado de saber que van solas… con lo peligroso que es esta ciudad por la noche.
Esperanza opinó al respecto. —Aceptamos Alexander. Tienes razón, es peligroso andar solo de noche y un par de chicas lindas no deben de andar solas tan tarde—. Los tres rieron al unísono.
— ¡Mamá, no pierdes tu sentido del humor!
— ¡Bueno hija!, tengo que echarme flores, si no… ¿Quién…?
Dirigieron sus pasos por fin al estacionamiento. Clarisa cedió el volante a Alexander. Le resultaba muy placentero sentir su presencia tan varonil; pero sobre todo… sentirse protegida por él.
Pero sin embargo; la invadía la incógnita. ¿Por qué nuevamente Alexander estaba cerca de ella…? Desde que llegó… se había convertido prácticamente en su sombra. Echo que no le desagradaba en lo más mínimo. Solo que la incomodaba el no saber si existía algo obscuro, en el fondo de toda esta situación. Al cabo de un rato… llegaron a casa de Clarisa. Alexander brindo su ayuda a Esperanza para bajar del auto.
— ¡Gracias Alexander!... eres todo un caballero. Me alegra que estés cerca para apoyar a mi hija.
—No tiene nada que agradecer Esperanza, lo hago con mucho gusto.
La madre de Clarisa los dejo solos en la sala. De cierta forma sentía simpatía por Alexander.
—Me retiro muchachos… ya me quiero dormir. Me siento muy cansada.
La seducción.
Clarisa no perdió oportunidad para enfrentar a Alexander.
—Y dime… ¿Qué hacías tú en el teatro…?
—Lo mismo que tú Clarisa… apreciaba una buena obra.
—Quiero la verdad… ¿Por qué estabas ahí…? , ¿Me estas siguiendo?... No creo en las coincidencias Alexander. Dime… ¿Qué pasa…?
—Cálmate Clarisa, tienes razón… la verdad es que quería ver por mí mismo que estabas con tu madre y no con alguien más…
Clarisa respondió indignada.
—Y que puede importarte a ti, con quien salga o deje de salir yo. ¿Por qué te inmiscuyes de esa manera en mi vida…? ¡No tienes ningún derecho!... —Los labios de Clarisa no pudieron pronunciar una palabra más... Alexander la tomó en sus brazos…, unió sus labios a los de ella impidiéndole un reclamo mas… sus bocas quedaron unidas por varios minutos.
Alexander introducía su lengua entre los labios de Clarisa, buscando sentir el contacto de sus bocas, de una manera más profunda… El corazón de Clarisa latía fuertemente…, su cuerpo casi desvanecía al calor que provocaban… tales besos atrevidos.
No supo en qué momento las manos de Alexander… comenzaron a recorrer su cuerpo. Parecían mariposas volando por todo su ser…, posándose en los lugares más íntimos. Clarisa no oponía resistencia… era tan candente el momento, que segaba cualquier lógica. No había una explicación… solo se dejaban llevar por la pasión que invadía todo su ser.
Clarisa se sintió perdida… era tal el deseo…que no podía oponer resistencia…, dejó que Alexander la guiara, en el juego del amor.
Las manos de Alexander tocaron delicadamente los senos de Clarisa, buscando sus pezones para deliciosamente endurecerlos… sus labios dibujaron un camino por todo su cuerpo recorriendo cada centímetro de su piel. Los pezones de Clarisa, de un color ligeramente rosado… tomaron una forma que realmente incitaba a acariciarlos. Los labios de Alexander se posaron sobre ellos… era dolorosa y a la vez sumamente agradable, la sensación que se provocaba en Clarisa, al sentir que Alexander jugaba a mordisquear y lamer tiernamente, esas áreas tan vulnerables.
Clarisa se sentía confundida… no podía permitir que la situación continuara. Le resultaba muy difícil detener las atrevidas caricias de Alexander, pues realmente… estaba disfrutando al máximo… de esos momentos de placer… tan anhelados por ambos.
Un breve momento de cordura concluyó aquella escena.
— ¡Basta Alexander! , ¡Vete ya por favor!
El alto que Clarisa ordenara… fue como un golpe a la razón de Alexander.
— ¿Qué pasa…? Pensé que lo disfrutabas tanto como yo.
—Si… lo disfrute muchísimo… pero no está bien. Apenas si te conozco… realmente… ¿No sé qué me pasa contigo?... lo mejor es que te vayas. Mañana hablamos en la oficina. Te espero a las 9:00 am. Por favor se puntual…
Alexander ya no pronuncio una sola palabra… se sentía sin ánimos… toda su pasión había sido sofocada de golpe. Lo peor… era el temor que tenía a que Clarisa quisiera alejarlo para siempre de su lado…
Esa noche para Alexander fue un infierno… no pudo conciliar el sueño, en prácticamente toda la noche. Lo atormentaban tantas ideas…, especulando lo que Clarisa iba a decirle. A su vez…, en su alcoba… Clarisa era invadida por un sin fin de preguntas. Se cuestionaba a sí misma, el… ¿Por qué…? le había permitido a Alexander, tomarse tantas atribuciones. Pero lo que más la atormentaba… era que ella… lo había disfrutado tanto…que lejos de sentirse arrepentida…, ardía en deseos de revivir esos momentos… Cerraba los ojos y comenzaba a repasar cada minuto, cada segundo, cada caricia… y cada momento cerca de Alexander. Su piel se erizaba… en su mente se revivían esos instantes de pasión… dejando escapar suspiros y ligeras exclamaciones de placer. Mas que atormentada… se sentía ansiosa, por saber… ¿Qué habría pasado si ella no se resistía a tal estimulo?…
18 mayo, 2010
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