Porque nunca sabes en que momento te llegara el amor...

Tal vez podamos llegar a creer que todo esta escrito... pero el destino juega con nuestras vidas ofreciendonos tantas sorpresas...

18 mayo, 2010

Capitulo 1

Capitulo 1
Todo Comienza Cuando Menos Lo Imaginas, Pero Nunca Sabes Realmente Lo Que Pasará…
Era una tarde de invierno… Clarisa no podía soportar el gran pesar que había en su corazón. Apenas habían pasado tres días de la muerte de su padre. A sus veintisiete años, Clarisa sentía un mar de responsabilidades cargando en sus hombros. Siendo una brillante Arquitecta se había involucrado ampliamente en los negocios de su padre.
Se desenvolvía astutamente y lograba, prácticamente todo lo que se proponía en el ámbito laboral. No obstante a ello, al perder la figura paterna temía no poder seguir adelante con el negocio familiar. Pensaba en su madre, con quien aún vivía. Se había dedicado tanto al estudio y después al trabajo, que parecía que no se daba cuenta que el tiempo estaba pasando.
Al contar ya con algo de edad… su rostro no era el de una niña, más bien reflejaba un poco de amargura y dureza en su mirada.
Clarisa no podía dejar de preocuparse por el futuro de su madre; quien ya entrada en edad… constantemente sufría de achaques y dolores propios de la vejez. Todos los cuidados y atenciones que se le pudieran dar, eran insuficientes para Clarisa; quien siempre estaba al pendiente de ella. En eso y más pensaba… cuando escucho un ruido que la hizo salir de sus pensamientos… Clarisa no pudo evitar sentir temor… la puerta de la oficina se estaba abriendo… era ya tarde y ella se había quedado sola a terminar unos asuntos pendientes. Sin pensarlo tomó un palo de golf que perteneciera a su padre, se puso en plan de ataque…, decidida a todo… pensaba que algún ladrón o maleante, había entrado con el fin de robar y pudiera atacarla…
El encuentro.
En efecto… alguien estaba entrando en su oficina; pero…no parecía ningún maleante, más bien parecía un apuesto caballero al rescate de su amada damisela…
Cuando Clarisa lo vio… titubeo… no sabía que decir. A su vez… el hombre se sorprendió sobre manera al percatarse de la postura de Clarisa. Al momento la cuestiono:
— ¿Qué pasa…? ¿Acaso va a golpearme con ese palo de golf…?
Clarisa pudo notar su postura y se sonrojó… bajó la guardia; pero de pronto recapacitó retomando su postura… tan valiente como una guerrera con voz firme le preguntó:
— ¿Quién es usted…? , ¿Por qué entro hasta aquí…? , ¿Qué desea…?
— ¡Tranquilícese!... vengo en son de paz… mi nombre es Alexander Escalonar. Soy… más bien fui… amigo de su padre. Me entere de lo sucedido y he venido a dar el pésame a la familia. Pero ahora dígame usted una cosa… ¿Me va a golpear…?
Nuevamente Clarisa se percato de su postura de ataque y bajó rápidamente la guardia.
— ¡Perdone!... —Se disculpo al saber que ese hombre era amigo de su padre. Pero… al mismo tiempo se cuestiono a sí misma. —«Es muy joven para ser amigo de mi padre» —. Y en su momento no perdió oportunidad de indagar sobre la supuesta amistad de la que hablaba el Sr. Escalonar.
—Y dígame Alexander… ¿Dónde conoció a mi padre…? ¿Qué tipo de amistad lo unía a él…?
Alexander sonrió, no pudo evitarlo, nuevamente era cuestionado sobre manera.
Clarisa sintió un vuelco en el pecho al percatarse que sentía atracción por ese hombre, que recién conocía.
—Aun no me ha contestado.
—Pues… bien señorita; hace tiempo su padre viajo a New York… coincidimos en el aeropuerto. Yo sentía gran nerviosismo… se trataba de mi primer junta de negocios. Su padre notó mi estado de ánimo, entablamos conversación… y descubrimos que ambos nos dirigíamos al mismo lugar, pues yo también soy Arquitecto.
Así… decidimos tomar el mismo taxi. En el trayecto su padre comenzó a darme algunos consejos… en verdad que fue como un milagro encontrarlo en mi camino. Realizamos algunos trabajos juntos, después de aquel encuentro.
Posteriormente su padre me invito a formar parte de su empresa, aunque me sentí muy alagado por la oferta, no pude aceptarla. Mi esposa que en paz descanse… en ese tiempo pasaba por la etapa más difícil de su enfermedad… el cáncer acabo con ella y también con parte de mi vida.
Clarisa sintió un nudo en su garganta, no pudo soportar más y las lágrimas rodaron por sus mejillas.
— ¡Perdón!…, de nuevo le pido disculpas. No era mi intención…, yo no sabía…
—No se preocupe, todo está bien… ahora trato de vivir el presente. Aunque el pasado se queda siempre en nuestra mente… y en nuestro corazón… Perteneciendo precisamente a eso… al pasado.
— ¡Dios mío! —Exclamó Clarisa —. No me percate de lo tarde que es… mi madre debe estar desesperada. Disculpe Alexander, tengo que irme. ¿Tiene usted dónde hospedarse…?
—Sí, esta tarde al llegar… me hospede en el hotel Royal.
Clarisa dudó…, pero al final sin pensar le pregunto:
— ¿Le gustaría… acompañarnos a cenar a mi madre y a mí?
—Bueno… si me encantaría; pero ni siquiera sé cómo se llama usted. Aunque por su padre supe que tenía una hija llamada Clarisa. Me supuse que era usted cuando la vi. Pero… no esperaba encontrar a una mujer armada dispuesta a golpearme.
Clarisa sintió un ardor en sus mejillas… era inevitable sentir una ráfaga de calor al contacto de la mirada de Alexander. Le apenaba tanto la actitud que tomara a su llegada…
Sin más… salieron de la oficina dirigiéndose al estacionamiento donde se encontraba el coche de Clarisa.
— ¿Tiene usted coche Alexander?...
—No, Llegue en avión y me he trasladado en taxi. Realmente Salí de mi tierra con deseos de no volver… quiero dejar mi pasado enterrado. Llegue con la ilusión de continuar con los proyectos de su padre; de ayudarla…, si usted me lo permite.
Clarisa se quedo sin palabras… no podía creer que de la nada… llegara un hombre diciendo ser amigo de su padre y que además… pretendiera trabajar a la par con ella. Permaneció por un momento sin hablar…, pensativa… de pronto reacciono…
—Vamos en mi coche. Yo…, es decir… lo invite a cenar… ¿Recuerda…?
—Sí, lo recuerdo y además…, le agradezco infinitamente. La verdad… no he probado bocado, me muero de hambre.
La mirada de Clarisa delató pesar…
—Perdón… ahora soy yo quien se disculpa, se que esa palabra ahora la perturba…, pero le aseguro ya pasara… aprenderá a vivir soportando el dolor de esa gran perdida.
— ¿Usted… ha superado la pérdida de su esposa?
— No. Tal vez… por eso dejé definitivamente… todo lo que me unía a ese recuerdo.
—Y dígame… ¿tuvieron hijos…?
—No. El cáncer en la matriz…, le imposibilito el poder concebir; pero fue mejor así… Yo no habría podido solo con esa gran responsabilidad.
—Lo entiendo… y creo que solo Dios sabe porque pasan esas cosas… y ahora vamos, ya es muy tarde.
El camino hacia la casa de Clarisa transcurrió con interrogatorios de ambos… como si los dos tuvieran gran deseo de conocer más…, acerca el uno, del otro…
Al llegar a su casa… Clarisa lo invito a pasar con gran confianza… como si lo conociera de muchos años. Alexander se sentía feliz de iniciar una amistad con Clarisa, lo dejaba ver… en la expresión de su rostro.
A sus treinta y cinco años; Alexander tenía toda la vitalidad y sensualidad… de un hombre sano…, deportista, dedicado al trabajo… y buenas costumbres… Aunque un poco dañado del alma por el sufrimiento de haber vivido la enfermedad de su esposa. Y ver como la vida se le escapaba de las manos… sin que él pudiera hacer nada por evitar el fatal desenlace…
La madre de Clarisa salió a recibirlos… no se sorprendió al ver a Alexander, sabía que sería alguna amistad… o compañero del trabajo. Lo que si llego a sorprender a Esperanza, fue el entusiasmo que había en la conversación de su hija y ese hombre. Clarisa y Alexander intercambiaban miradas… y se dejaban escuchar discretas risas de ambos. Aunque el gran pesar que había en sus corazones… no dejaba de reflejarse en sus rostros. Alexander parecía tener un gran nudo en la garganta…, pasaba saliva con dificultad… hacía tiempo que no se daba el gusto de compartir mesa.
Clarisa bajaba la mirada como no queriendo demostrar que la compañía de Alexander le era muy grata. Pasaron los minutos… después de la cena, hicieron sobremesa. Clarisa notifico a su madre sobre los antecedentes de Alexander y los planes de trabajar en la empresa.
Esperanza agradeció las intenciones de Alexander y al cabo de un rato aviso que se retiraba… pues ya se encontraba muy cansada.
—Bueno… fue un placer conocerlo Alexander; pero sobre todo… saber que apoyara a mi hija en la empresa, ahora que su padre ya no está con nosotras. Comprenderá que para ella sola sería muy difícil. —Esperanza se sentía abatida… pero trataba de mostrarse fuerte, para no preocupar más a Clarisa.
Alexander pudo notar la angustia en la mirada de Esperanza, sin pensar… la tomó de la mano y apretándola ligeramente, la miro a los ojos…y le dijo de una manera muy segura…
— ¡No se preocupe…! , ¡Yo estoy aquí…! —. Esperanza le sonrió brevemente… y después de dar las buenas noches..., se retiró a descansar.
Alexander también opto por despedirse… no sin antes acordar reunirse en la oficina muy temprano… al día siguiente.
Tomó un taxi para dirigirse al hotel en donde se encontraba hospedado. Cuando Clarisa lo observo retirarse suspiro profundamente… tal vez… era un suspiro que se encontraba alojado en su pecho, deseando escapar…, desde hacía unos momentos antes; pero que evitaba por no delatar el mar de sentimientos que se provocaban en todo su ser.

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