Capitulo 4
Hace Falta Tener Valor Para Enfrentar Al Enemigo. “O”
Tal Vez… Al Ser Que Amas.
Al despertar… Clarisa se dispuso a preparar su día, como ya era costumbre. Se armo de valor para enfrentar a Alexander, realmente… estaba decidida a todo…, a correrlo de la empresa de ser necesario. A fin de cuentas recién lo conocía… no sabía prácticamente nada de él. No sentía ningún compromiso… de hecho no entendía cómo era posible que lo aceptara en la empresa. Pesó entonces que lo mejor sería llegar y buscarlo para aclarar todo con él. No hubo necesidad de tal cosa… al llegar a la oficina Alexander ya la estaba esperando.
— ¡Buenos días Clarisa!...
— ¡Buen día! , ¿Pasa algo?... Si mal no recuerdo, te dije que a las 9:00 am.
—Lo sé… pero no podía esperar más para hablar contigo. Quiero que sepas que no pude dormir, por estar pensando en lo que vas a decirme… ¿me… vas a despedir…?.
Clarisa se quedo sin palabras… minutos antes estaba dispuesta a enfrentarlo y ahora… no sabía que contestar ante los cuestionamientos de Alexander.
—Responde Clarisa, no te quedes callada… quiero saber… ¿qué vas a decir?
El Caos.
Clarisa se quedo un momento más en silencio, para después estallar en reclamos.
—No tenías ningún derecho Alexander… no soy una niña…, no estás abusando de mi… pero… ¿Por qué actuar de esa manera? , ¿Por qué juegas conmigo?... no te di motivos para burlarte de mí.
—Espera… creo que vas muy rápido Clarisa. Jamás he jugado contigo y mi intención no es burlarme de ti.
—Entonces dime… ¿Qué pasa? , ¿Por qué llegas de la nada… te apareces en mi vida… y en tan poco tiempo… logras que deje la razón a un lado… y cometa errores, como el que ahora me tiene tan confundida?...
— ¿Dices… confundida Clarisa?... ¿Por qué lo expresas de esa manera?... ¿Repudias o no lo sucedido?...
Nuevamente… Clarisa se quedo en silencio por unos instantes; para después responder un tanto despectiva.
—No creo que deba darte explicaciones por lo que yo siento en estos momentos…
La conversación de ambos fue interrumpida por Adriana, la secretaria.
—Disculpe señorita, los inversionistas que usted estaba esperando acaban de llegar.
Clarisa se sorprendió sobremanera…
— ¡Cómo?... No es tiempo todavía… los esperaba hasta la próxima semana. ¿Qué voy a hacer?... No tengo nada preparado.
Alexander interrumpió. —Si me permites Clarisa, yo puedo ayudarte.
— ¡Claro!… tienes que hacerlo… tus proyectos son lo único, que me puede salvar en estos momentos. Prepara todo… para programar la junta.
Alexander mostró una mueca de agrado en su rostro. Por el momento se sentía salvado… de pronto… Clarisa rompió de golpe esa mueca.
—Alexander… Tú y yo, no hemos terminado esta conversación. Después de la junta tenemos que hablar.
Por la forma en que Clarisa le hablo, dejó muy en claro que no estaba dispuesta a pasar por alto el incidente… Alexander sabía que solo tenía una oportunidad para ganar de nuevo su confianza… No estaba dispuesto a perder lo que hasta ahora había ganado, por el simple hecho de haber actuado por impulso.
Se propuso hacer todo lo que estuviera al alcance de sus manos para que Clarisa confiara nuevamente en el.
Ambos se dedicaron de tiempo completo a preparar la junta, a sabiendas del gran compromiso que representaba.
Dos días le llevó a Alexander tener todo listo, para presentar los proyectos a los inversionistas. Durante los preparativos, poco tuvieron oportunidad de meditar lo sucedido…
El momento de la junta llegó… acordaron reunirse, en la sala de conferencias de un hotel muy prestigiado. Tanto Alexander como Clarisa sufrían gran nerviosismo… de aprobarse los proyectos tendrían asegurado trabajo para al menos dos años… lo que le daba oportunidad a Clarisa de foguearse mas como directora de la empresa.
Además… para Alexander sería la oportunidad que necesitaba para permanecer en la empresa. Sabía que Clarisa no podía despedirlo, al ser sus ideas… solo él podía estar al frente; aunque no dudaba de la gran capacidad de Clarisa, sabía que si ella se proponía algo… lo lograba.
Para ella no sería nada difícil sacar adelante la realización de los proyectos… Pero claro… confiaba en que la suerte estuviera de su lado y que Clarisa le pidiera que se quedara a trabajar con ella en la empresa.
El nerviosismo que de momento embargara a Alexander, no le había permitido darse cuenta de lo bien que lucía Clarisa con ese traje tipo sastre. No era nada fuera de lo normal, un traje de marca de un diseñador francés. De hecho un tanto conservador… pero que enmarcaba perfectamente su esbelta figura. Su maquillaje era muy ligero… solo para resaltar sus rasgos, realmente no lo necesitaba, su belleza era natural.
Alexander la observó por unos instantes… a pesar de estar preocupada, se veía segura, decidida a convencer y cerrar negociaciones.
La presentación.
— ¡Listo… ya pueden pasar a la sala!
Después de anunciarse que se encontraba habilitada, el área donde se llevaría a cabo la reunión… tanto inversionistas extranjeros como los nacionales entraron para alistarse, mientras Clarisa se preparaba para comenzar la junta. Se sentía nerviosa… temía no poder convencer a los inversionistas de que los proyectos eran buenos para ambos.
No era la primera vez que presentara proyectos y expusiera frente a inversionistas difíciles de convencer… pero esta vez no estaba su padre a un lado… se sentía un tanto sola…, desprotegida… sin embargo… el hecho de que Alexander estuviera cerca, la ayudaba a sentirse capaz de convencer y llevarse tal negocio a la bolsa.
No estaba dispuesta a confiar la encomienda de la presentación a Alexander… pero sabía que podía contar con él, si veía que se le dificultaba de alguna manera al exponer los proyectos…
De pronto… comenzó a recordar los momentos en que Alexander la tenía entre sus brazos… podía sentir nuevamente el calor de su cuerpo, la dureza de su virilidad tan cerca de ella, le resultaba sumamente difícil poder concentrarse… su intimidad comenzaba a lubricarse…, su piel se erizaba del solo hecho de imaginar nuevamente como la besaba, como jugaba con sus delicados pezones. Tenerlo tan cerca y no desearlo… era tanto como pedir que la lluvia no mojara el pasto en la pradera.
Clarisa mostró los proyectos que le llevaron tanto a ella, como a Alexander, horas… y horas… de trabajo. La manera de cómo se desenvolvía Clarisa mostraba su capacidad y conocimiento…
Para las personas que la vieron trabajar a la par con su padre, quedaba claro que le había heredado el talento para los negocios… pues a pesar de que el ya no estaba con ella, seguía mostrando gran talento y desempeño.
Realmente fue mucho el esfuerzo para tratar de convencer a los presentes… pero ese esfuerzo fue recompensado… pues los inversionistas quedaron fascinados… después de ligeras modificaciones, los proyectos fueron aprobados.
El reconocimiento.
— ¡Felicitaciones Clarisa!... ¡Cerramos el trato! , ¡Esto… va a ser un éxito!...
Clarisa se sintió feliz, pero no pudo adueñarse del merito, después de todo… sabía perfectamente que Alexander era quien merecía ser reconocido.
De una manera muy sutil se disculpó.
—La verdad es que no son mis proyectos. Alexander ideo esta estrategia…, él es quien merece el reconocimiento.
Para Alexander fue como un recibir un regalo al escuchar que Clarisa reconocía abiertamente sus buenas aptitudes. Pero eso no lo llevaba a sentirse tranquilo con respecto a la charla que tenía pendiente aun, con ella.
El tiempo que había ganado no le había servido de mucho, después de todo… tal vez Clarisa decidiría correrlo tan pronto terminaran las negociaciones.
Le parecía como un sueño estar en esos momentos a un al lado de ella. Pero… ¿por cuánto tiempo seria?… Si Clarisa decidía alejarlo de su vida habría fracasado entonces en su encomienda. De nada serviría haber logrado que ella lo nombrara jefe inmediato de la empresa.
Pero después de todo… al menos había tenido la oportunidad de besarla… sabía que de alguna manera para ella él no era indiferente.
Después de un rato de finiquitar acuerdos… los inversionistas propusieron un brindis…, acompañado de una cena en el restaurante del hotel.
Alexander y Clarisa aceptaron la invitación, era lo menos que podían hacer; además…, era lo típicamente acostumbrado.
Una llamada bastó… para que Clarisa notificara a su madre que no la esperara…, pues llegaría tarde. Esperanza sabía que Clarisa era responsable y le tenía gran confianza. Por tanto… no se preocupó por esperarla a que llegara.
Mientras tanto… en el restaurante del hotel, Clarisa, Alexander y demás inversionistas… convivían, cenaban y disfrutaban de un delicioso brindis. Clarisa no se percató… que abusaba de las copas que estaba consumiendo.
Al cabo de un rato los inversionistas se retiraron. Dejando solos a aquellos que dejaran inconclusa…, una acalorada conversación.
Bastó que se quedaran solos para que Clarisa reanudara la ráfaga de preguntas… cuestionando nuevamente a Alexander; quien permanecía callado…, observándola…, sin más… de pronto le preguntó:
— ¿Me permites llevarte a tu casa?
Clarisa comprendió que no era el lugar… ni el momento preciso para hablar de ese tema.
Al pararse de la mesa… los pasos de Clarisa fueron torpes, debido a la cantidad de alcohol que había ingerido… Alexander optó por tomarla del brazo.
— ¿Puedo ayudarte?...
Clarisa no se sintió en condiciones de oponerse… solo avanzó hacía su auto, ayudándose de Alexander.
—Clarisa no creo que estés en condiciones de manejar, permíteme llevarte hasta tu casa.
Una mueca de ira apareció en el rostro de Clarisa.
— ¡Basta ya!... ¿Por qué estas a mi lado? , ¿Por qué apareciste de pronto… y te has entrometido en mi vida? , ¿Por qué siento que te necesito… y no puedo estar lejos de ti? , ¿Por qué quisiera que me besaras… y no separarme nunca de tu lado? , ¿Por qué Alexander?..., ¿Por qué?...
Clarisa no pudo contenerse… y rompió en llanto. Alexander se acercó a ella, la tomó tiernamente en sus brazos, uniendo así sus labios… esta vez… el beso fue muy delicado… tratando de transmitir solo los sentimientos…, dejando atrás el deseo… Clarisa se sintió confundida, la sensación en su cuerpo llegó más al corazón, que a cualquier otro extremo de sus emociones… se quedo sin palabras…
Alexander condujo el auto hasta la casa de Clarisa. En el trayecto… ambos permanecieron callados…, ligeras miradas y suspiros…, era lo único que se podía percibir, en esos momentos.
Al cabo de un rato llegaron… ya era pasada la media noche. El alcohol en la sangre de Clarisa, había logrado adormecerla… dejándola sin fuerzas… ni siquiera para levantarse. Alexander la tomo en brazos y la introdujo en la casa… dejándola recostada sobre un sofá. Acomodó el auto y se retiró… no sin antes, besar las manos y la frente de Clarisa.
A la mañana siguiente… cuando Clarisa despertó, se sorprendió de ver que dormía en la sala de su casa. El dolor de cabeza era muy intenso…, de la sed… y el temblor de su cuerpo, mejor ni hablar.
Decidió tomar un baño, trato de relajarse… comenzó a hacer memoria sobre lo sucedido. No podía entender… ¿por qué Alexander no se había aprovechado de la situación?... Si lo que buscaba de ella, era una aventura… ¿por qué no se atrevió a tomarla valiéndose de su estado?... Además… en su mente ardía latente el recuerdo de ese beso… que le quemara el alma y el corazón.
La responsabilidad y la cordura, la volvieron a la realidad… optó por terminar su baño y prepararse para salir a la rutina cotidiana.
Al llegar a la empresa… no sabía cuál sería su reacción al estar frente a Alexander. Se puede decir… que temía verlo…, pero tenía que hacer frente a esa situación… tenía, que enfrentarlo.
Ya en su oficina… concluyó algunos pendientes. Posteriormente… llamo a Adriana, para que entregara a Alexander ciertos documentos… en ese momento recibió la noticia.
La zozobra.
—Señorita. Don Alexander le dejó esta carta, me pidió que se la entregara después de medio día, pero dado que usted me manda buscarlo, creo que debo dársela ya mismo.
Clarisa palideció… no se sentía capaz de abrir la carta, no quería saber lo que en ella decía. Así permaneció por un momento…
—Retírese Adriana, yo la llamo si la necesito.
La carta permanecía sobre el escritorio. Clarisa no tenía el valor de abrirla. El solo hecho de pensar… que lo que en ella decía, era que Alexander no volvería a estar nunca más a su lado; la mantenía sumamente aturdida. Pues de pronto… al recapacitar… se dio cuenta que estaba enamorada de Alexander.
Y que ahora, tal vez… ya lo había perdido. Aunque… realmente jamás lo había tenido.
Al fin se armó de valor y decidida abrió la carta. Una justificación… y una disculpa, era lo que contenía aquella… que diera momentos de angustia a Clarisa. Alexander había tenido que regresar a su ciudad natal, para solucionar ciertos asuntos que requerían urgentemente de su presencia.
Al final… se despedía diciéndole que regresaría lo más pronto posible, para hablar con ella sobre la conversación que dejaran inconclusa.
El alma volvió al cuerpo de Clarisa, pues por unos instantes… parecía que la había abandonado. Una sensación de alivio y a la vez de agrado, se apodero de Clarisa. Sabía que Alexander volvería y que su intención no era lastimarla, pues de ser así… se habría valido, de su estado inconveniente. Y no fue así…
Después de meditar un rato todo lo sucedido, se dispuso a terminar trabajos pendientes y demás…
El tiempo paso rápidamente, concluyendo un día más de labores. Ya en su casa, Clarisa analizaba sus reacciones ante la situación que viviera con Alexander. Descubriendo con temor cuanto lo necesitaba a su lado. Al fin, cansada de dar vueltas en su pensamiento a lo mismo… se quedo dormida.
Al día siguiente de nuevo en la oficina, se sintió triste de no ver a Alexander. Así… transcurrieron tres días más. Para Clarisa fue como una eternidad los días que Alexander estuvo ausente…
18 mayo, 2010
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