Porque nunca sabes en que momento te llegara el amor...

Tal vez podamos llegar a creer que todo esta escrito... pero el destino juega con nuestras vidas ofreciendonos tantas sorpresas...

20 marzo, 2011

Invitación

Hola, espero que hasta el mometo lo que has leido sea de tu agrado... si es asi??? Te invito a adquirir la novela: "Amarte es mi destino" que proximamente estará a la venta por acá en internet. Ya estaré poniendo por aqui el linck de la libreria on line. Hasta pronto... xoxoxox

18 mayo, 2010

Agradecimiento

Hola, soy yo Blanca Sosa, la autora de Amarte es mi destino.
Para mi es un honor tenerte de visita, en verdad espero que disfrutes de esta mi primer novela del género rómantico-erótico.
Me gustaria mucho que dejaras tu comentario y si puedes agregarte como seguidor y llenar la encuesta estaria genial...

Me despido enviandote un beso y un fuerte abrazo.

Hasta pronto.


Nota: Todos los derechos de esta obra se encuentran protegidos ante el indautor.

Intro

Motivando la lectura… para que no se pierda el encanto, por leer una historia romántica y apasionada… porque siempre existirá una mujer enamorada… les dejo mi inspiración:” Amarte es mi destino”
Monterrey Nuevo León a 16 de noviembre de 2009 Con todo mi cariño para mis hijos, mi esposo, mi madre, mis hermanos y, a todas esas personas que forman parte de mi vida… porque siempre estarán en mi corazón… Los amo.
Esperando la lectura de la presente sea de su total agrado:

Blanca Sosa.






La puerta se estaba abriendo… Clarisa se encontraba sola en la oficina. Sufría por la reciente muerte de su padre… Estaba a punto de golpear a la persona que estaba por entrar…Al verlo… le sorprendió saber que se trataba de Alexander Escalonar… un amigo de su padre. Pero… él era muy joven, para ser amigo de su padre.
Al poco tiempo de tratarlo… comprendió que se sentía atraída por ese hombre… Pero… realmente ¿Quién era él?..., ¿Que era lo que buscaba en Colombia?..., ¿Sería acaso el hombre que por tanto tiempo había esperado?…, ¿Acaso sería el la persona que viviría con ella para siempre?...
Alexander huía de algo… o, tal vez… estaba en busca del amor… pero… será Clarisa el amor de su vida. Terminara por confesarle que él la ama… o tal vez…




El destino les tiene deparada una sorpresa

Sinopsis

Sinopsis:


Clarisa Fernández, una reconocida Arquitecta queda al frente del negocio familiar; tras la reciente muerte de su padre. Mientras se encuentra sola en su oficina, recibe la visita de un hombre llamado Alexander Escalonar; Que dice ser amigo de su padre.
Le sorprende ver que es mucho más joven que su padre y aunque desconfía de él, Clarisa termina por aceptarlo en la empresa, nombrándolo jefe inmediato.
Al poco tiempo descubre que se siente atraída, por ese hombre que recién había conocido. A su vez… Alexander termina por confesarle a Clarisa que se enamoró de ella, a través de un retrato que le mostrara su padre, el día en que se conocieron, y a raíz de la muerte de su esposa siente que puede aspirar a conquistarla.
Pero… parecía que el destino se había ensañado con ellos. Después de que Clarisa se le entregara en cuerpo y alma… sucede un accidente, que lleva a Alexander a permanecer en coma, y posteriormente a una pérdida de memoria temporal.
Durante su estancia en la clínica conoce a Alicia, una enfermera que se dedica a sus cuidados… Cuando recupera la memoria el primer impulso es buscar a Clarisa. Se sorprende de encontrarla en un embarazo casi a término. Pero ella lo rechaza, sin aceptar explicaciones… esto lleva a Alexander a pedir nuevamente ayuda a Alicia. Quien le ofrece su apoyo incondicional y lo invita a pasar un tiempo en su casa.
Sin proponérselo surge entre ellos una atracción que cambiará por completo sus vidas…

Capitulo 1

Capitulo 1
Todo Comienza Cuando Menos Lo Imaginas, Pero Nunca Sabes Realmente Lo Que Pasará…
Era una tarde de invierno… Clarisa no podía soportar el gran pesar que había en su corazón. Apenas habían pasado tres días de la muerte de su padre. A sus veintisiete años, Clarisa sentía un mar de responsabilidades cargando en sus hombros. Siendo una brillante Arquitecta se había involucrado ampliamente en los negocios de su padre.
Se desenvolvía astutamente y lograba, prácticamente todo lo que se proponía en el ámbito laboral. No obstante a ello, al perder la figura paterna temía no poder seguir adelante con el negocio familiar. Pensaba en su madre, con quien aún vivía. Se había dedicado tanto al estudio y después al trabajo, que parecía que no se daba cuenta que el tiempo estaba pasando.
Al contar ya con algo de edad… su rostro no era el de una niña, más bien reflejaba un poco de amargura y dureza en su mirada.
Clarisa no podía dejar de preocuparse por el futuro de su madre; quien ya entrada en edad… constantemente sufría de achaques y dolores propios de la vejez. Todos los cuidados y atenciones que se le pudieran dar, eran insuficientes para Clarisa; quien siempre estaba al pendiente de ella. En eso y más pensaba… cuando escucho un ruido que la hizo salir de sus pensamientos… Clarisa no pudo evitar sentir temor… la puerta de la oficina se estaba abriendo… era ya tarde y ella se había quedado sola a terminar unos asuntos pendientes. Sin pensarlo tomó un palo de golf que perteneciera a su padre, se puso en plan de ataque…, decidida a todo… pensaba que algún ladrón o maleante, había entrado con el fin de robar y pudiera atacarla…
El encuentro.
En efecto… alguien estaba entrando en su oficina; pero…no parecía ningún maleante, más bien parecía un apuesto caballero al rescate de su amada damisela…
Cuando Clarisa lo vio… titubeo… no sabía que decir. A su vez… el hombre se sorprendió sobre manera al percatarse de la postura de Clarisa. Al momento la cuestiono:
— ¿Qué pasa…? ¿Acaso va a golpearme con ese palo de golf…?
Clarisa pudo notar su postura y se sonrojó… bajó la guardia; pero de pronto recapacitó retomando su postura… tan valiente como una guerrera con voz firme le preguntó:
— ¿Quién es usted…? , ¿Por qué entro hasta aquí…? , ¿Qué desea…?
— ¡Tranquilícese!... vengo en son de paz… mi nombre es Alexander Escalonar. Soy… más bien fui… amigo de su padre. Me entere de lo sucedido y he venido a dar el pésame a la familia. Pero ahora dígame usted una cosa… ¿Me va a golpear…?
Nuevamente Clarisa se percato de su postura de ataque y bajó rápidamente la guardia.
— ¡Perdone!... —Se disculpo al saber que ese hombre era amigo de su padre. Pero… al mismo tiempo se cuestiono a sí misma. —«Es muy joven para ser amigo de mi padre» —. Y en su momento no perdió oportunidad de indagar sobre la supuesta amistad de la que hablaba el Sr. Escalonar.
—Y dígame Alexander… ¿Dónde conoció a mi padre…? ¿Qué tipo de amistad lo unía a él…?
Alexander sonrió, no pudo evitarlo, nuevamente era cuestionado sobre manera.
Clarisa sintió un vuelco en el pecho al percatarse que sentía atracción por ese hombre, que recién conocía.
—Aun no me ha contestado.
—Pues… bien señorita; hace tiempo su padre viajo a New York… coincidimos en el aeropuerto. Yo sentía gran nerviosismo… se trataba de mi primer junta de negocios. Su padre notó mi estado de ánimo, entablamos conversación… y descubrimos que ambos nos dirigíamos al mismo lugar, pues yo también soy Arquitecto.
Así… decidimos tomar el mismo taxi. En el trayecto su padre comenzó a darme algunos consejos… en verdad que fue como un milagro encontrarlo en mi camino. Realizamos algunos trabajos juntos, después de aquel encuentro.
Posteriormente su padre me invito a formar parte de su empresa, aunque me sentí muy alagado por la oferta, no pude aceptarla. Mi esposa que en paz descanse… en ese tiempo pasaba por la etapa más difícil de su enfermedad… el cáncer acabo con ella y también con parte de mi vida.
Clarisa sintió un nudo en su garganta, no pudo soportar más y las lágrimas rodaron por sus mejillas.
— ¡Perdón!…, de nuevo le pido disculpas. No era mi intención…, yo no sabía…
—No se preocupe, todo está bien… ahora trato de vivir el presente. Aunque el pasado se queda siempre en nuestra mente… y en nuestro corazón… Perteneciendo precisamente a eso… al pasado.
— ¡Dios mío! —Exclamó Clarisa —. No me percate de lo tarde que es… mi madre debe estar desesperada. Disculpe Alexander, tengo que irme. ¿Tiene usted dónde hospedarse…?
—Sí, esta tarde al llegar… me hospede en el hotel Royal.
Clarisa dudó…, pero al final sin pensar le pregunto:
— ¿Le gustaría… acompañarnos a cenar a mi madre y a mí?
—Bueno… si me encantaría; pero ni siquiera sé cómo se llama usted. Aunque por su padre supe que tenía una hija llamada Clarisa. Me supuse que era usted cuando la vi. Pero… no esperaba encontrar a una mujer armada dispuesta a golpearme.
Clarisa sintió un ardor en sus mejillas… era inevitable sentir una ráfaga de calor al contacto de la mirada de Alexander. Le apenaba tanto la actitud que tomara a su llegada…
Sin más… salieron de la oficina dirigiéndose al estacionamiento donde se encontraba el coche de Clarisa.
— ¿Tiene usted coche Alexander?...
—No, Llegue en avión y me he trasladado en taxi. Realmente Salí de mi tierra con deseos de no volver… quiero dejar mi pasado enterrado. Llegue con la ilusión de continuar con los proyectos de su padre; de ayudarla…, si usted me lo permite.
Clarisa se quedo sin palabras… no podía creer que de la nada… llegara un hombre diciendo ser amigo de su padre y que además… pretendiera trabajar a la par con ella. Permaneció por un momento sin hablar…, pensativa… de pronto reacciono…
—Vamos en mi coche. Yo…, es decir… lo invite a cenar… ¿Recuerda…?
—Sí, lo recuerdo y además…, le agradezco infinitamente. La verdad… no he probado bocado, me muero de hambre.
La mirada de Clarisa delató pesar…
—Perdón… ahora soy yo quien se disculpa, se que esa palabra ahora la perturba…, pero le aseguro ya pasara… aprenderá a vivir soportando el dolor de esa gran perdida.
— ¿Usted… ha superado la pérdida de su esposa?
— No. Tal vez… por eso dejé definitivamente… todo lo que me unía a ese recuerdo.
—Y dígame… ¿tuvieron hijos…?
—No. El cáncer en la matriz…, le imposibilito el poder concebir; pero fue mejor así… Yo no habría podido solo con esa gran responsabilidad.
—Lo entiendo… y creo que solo Dios sabe porque pasan esas cosas… y ahora vamos, ya es muy tarde.
El camino hacia la casa de Clarisa transcurrió con interrogatorios de ambos… como si los dos tuvieran gran deseo de conocer más…, acerca el uno, del otro…
Al llegar a su casa… Clarisa lo invito a pasar con gran confianza… como si lo conociera de muchos años. Alexander se sentía feliz de iniciar una amistad con Clarisa, lo dejaba ver… en la expresión de su rostro.
A sus treinta y cinco años; Alexander tenía toda la vitalidad y sensualidad… de un hombre sano…, deportista, dedicado al trabajo… y buenas costumbres… Aunque un poco dañado del alma por el sufrimiento de haber vivido la enfermedad de su esposa. Y ver como la vida se le escapaba de las manos… sin que él pudiera hacer nada por evitar el fatal desenlace…
La madre de Clarisa salió a recibirlos… no se sorprendió al ver a Alexander, sabía que sería alguna amistad… o compañero del trabajo. Lo que si llego a sorprender a Esperanza, fue el entusiasmo que había en la conversación de su hija y ese hombre. Clarisa y Alexander intercambiaban miradas… y se dejaban escuchar discretas risas de ambos. Aunque el gran pesar que había en sus corazones… no dejaba de reflejarse en sus rostros. Alexander parecía tener un gran nudo en la garganta…, pasaba saliva con dificultad… hacía tiempo que no se daba el gusto de compartir mesa.
Clarisa bajaba la mirada como no queriendo demostrar que la compañía de Alexander le era muy grata. Pasaron los minutos… después de la cena, hicieron sobremesa. Clarisa notifico a su madre sobre los antecedentes de Alexander y los planes de trabajar en la empresa.
Esperanza agradeció las intenciones de Alexander y al cabo de un rato aviso que se retiraba… pues ya se encontraba muy cansada.
—Bueno… fue un placer conocerlo Alexander; pero sobre todo… saber que apoyara a mi hija en la empresa, ahora que su padre ya no está con nosotras. Comprenderá que para ella sola sería muy difícil. —Esperanza se sentía abatida… pero trataba de mostrarse fuerte, para no preocupar más a Clarisa.
Alexander pudo notar la angustia en la mirada de Esperanza, sin pensar… la tomó de la mano y apretándola ligeramente, la miro a los ojos…y le dijo de una manera muy segura…
— ¡No se preocupe…! , ¡Yo estoy aquí…! —. Esperanza le sonrió brevemente… y después de dar las buenas noches..., se retiró a descansar.
Alexander también opto por despedirse… no sin antes acordar reunirse en la oficina muy temprano… al día siguiente.
Tomó un taxi para dirigirse al hotel en donde se encontraba hospedado. Cuando Clarisa lo observo retirarse suspiro profundamente… tal vez… era un suspiro que se encontraba alojado en su pecho, deseando escapar…, desde hacía unos momentos antes; pero que evitaba por no delatar el mar de sentimientos que se provocaban en todo su ser.

Capitulo 2

Capitulo 2
La Primera Impresión Jamás Se Olvida…

Clarisa se interno en su habitación, se sentía muy cansada… pero realmente no pudo conciliar el sueño. El recuerdo de la forma en que conoció a Alexander, la hacía mantenerse despierta…, fue hasta altas horas de la madrugada que pudo quedarse dormida.
No se dio cuenta del tiempo que había pasado… parecía que la cuestión de tiempo…, estaba resultando ya no ser importante para Clarisa.
Cuando despertó, miro el reloj que marcaba las 07:55 a.m. Clarisa salto de la cama… sabía que era muy tarde para arreglarse. Rápidamente se dio una ducha…, tomó lo primero que encontró para vestirse no reparo en combinar su vestimenta… solo pensó en lo tarde que era…
Bajo con rapidez la escalera…, corría por aquí y por allá… recogiendo su bolso, chaqueta, documentos y demás… tomó un vaso de jugo, ordeno el desayuno para su madre, se despidió y salió apresurada con rumbo a la oficina.
Al llegar… encontró en la puerta a Alexander, quien lucía un traje gris claro. Su camisa, su corbata, todo parecía estar en armonía. Clarisa se apenó al percatarse que no estaba tan bien presentada… se encogió de hombros y procedió a saludar a Alexander, tratando de no dar mucha importancia a los hechos.
Ambos entraron a las instalaciones de la empresa, Clarisa delegó responsabilidades y se encargo personalmente de mostrar a Alexander su empresa. Juntos recorrieron pasillos, oficinas y demás. No se habían dado cuenta que los empleados los miraban con algo de curiosidad…
Al percatarse de ello… Clarisa organizó una junta para presentarlo y dar a conocer su nuevo puesto en la empresa.
Al reunir al personal, Clarisa fue breve… anuncio la llegada de Alexander Escalonar. Y lo proclamó como el nuevo jefe inmediato. Pudo observar como las empleadas secreteaban y murmuraban… sin perder de vista a Alexander.
Clarisa dio por terminada la imprevista reunión… y prosiguió para terminar el recorrido de la planta. Al llegar a su oficina Clarisa llamó a su secretaria. Le ordenó a Adriana acondicionar una oficina para Alexander.
Adriana era una joven muy simpática, de apenas veinte años de edad. Recién la habían contratado.
Clarisa sintió un poco de molestia al darse cuenta de la mirada de Adriana. Pues era obvio… que Alexander había causado admiración… en más de una mujer en la empresa. A su vez… Alexander, no podía dejar de observar a Clarisa. Al voltear nuevamente la mirada hacia Alexander, descubrió que él la observaba con algo de asombro y admiración…
— ¡Qué pasa…? —Preguntó Clarisa—. ¿Por qué me vez así…?
—Así… ¿Cómo…?
—No lo sé… contéstame tú.
— ¿Siempre tienes que cuestionar tanto a la gente que te rodea o, es solo conmigo?
Clarisa se sintió apenada. —No. Disculpa, no es mi intención estar siempre a la defensiva, pero comprenderás que ahora estoy un poco afectada por la muerte de mi padre y no me resulta tan fácil confiar en la gente; temo que piensen que soy débil… y así alguien… cualquier persona intente aprovecharse de mí.
— ¡No temas… y menos de mí!... Por favor te pido que aprendas a confiar… no voy a dañarte.
Antes al contrario… me gustaría mucho que me permitieras ser algo así… como tu protector.
Clarisa sonrió… y no pudo evitar sonrojarse. Al momento preguntó:
— ¡Dijiste mi protector…? ¿Algo así… como un súper héroe? , ¿Acaso… tienes súper poderes?
Alexander denoto un poco de enfado.
— ¿Te burlas de mí, te parece gracioso que mi intención sea protegerte?
— No. Claro que no…y nuevamente discúlpame… creo que hasta ahora solo he tenido que pedirte disculpas, pero la verdad es que no acabo de entender tu interés… saliste de la nada, mi padre nunca hablo de ti… y ahora yo misma no entiendo… ¿Como pude nombrarte jefe inmediato? Por si no te diste cuenta los empleados murmuraban.
Solo Dios sabe que estarán pensando… nunca se hizo nada precipitadamente en esta empresa. No me gustaría que comenzaran a rumorear cosas inciertas… o, que los empleados entraran en pánico, por creer que no voy a ser apta para dirigir este negocio que le costó a mi padre tantos años de lucha y esfuerzo; y que por tanto tiempo se ha mantenido estable y como fuente de trabajo para toda esta gente.
—Clarisa perdona; pero la única persona que muestra pánico e inseguridad eres tú. Mira a tu alrededor… existe el pesar del fallecimiento de tu padre, pero la gente te conoce y confía en ti.
Realmente demuestras capacidad… pude percatarme de ello cuando dirigías la reunión… y la forma con que dispones y diriges a tus empleados. Es por eso que te observaba… cuando me golpeaste con una mirada tan fría y dura. Y después… me interrogas de una manera, que casi me sentía en el banquillo de los acusados. Yo… solo no podía dejar de admirarte.
Clarisa sintió una opresión en el pecho, un calor recorría todo su cuerpo, las palabras de Alexander la quemaban desde lo más profundo de su ser. Nunca nadie la había hecho sentirse de tal manera, le había dedicado tanto tiempo al estudio que se olvido de novios.
No quería distraerse y sin darse cuenta el tiempo ya se había venido encima. Ahora…, había dejado de ser una joven adolescente, convirtiéndose en una mujer inexperta a las cosas del amor.
Con aquellas reacciones…Clarisa comprendió que Alexander despertaba en ella sentimientos que desconocía y que a la vez… la intrigaban y la llevaban a cambiar bruscamente de color… sus mejillas se enrojecían, como si el calor que sentía por dentro, fuera como un fuego queriendo brotar…y ser extinguido.
Alexander pudo darse cuenta de la reacción de Clarisa… comprendiendo que era tiempo de darle un giro a la conversación.
—Y dime Clarisa… ¿Para cuando tienes programado la próxima reunión con inversionistas?
Clarisa salió de golpe del mar de sensaciones en el que se encontró hundida por unos instantes.
— ¿Decías…? Ha… Si… en diez días aproximadamente…
Clarisa y Alexander se despidieron para refugiarse cada uno en su respectiva oficina. Al quedarse sola, Clarisa ordenó a su secretaria no ser molestada. Se reclinó en el sofá... y comenzó a repasar los momentos desde la llegada de Alexander. Cerró los ojos y con claridad recordó cada instante…, cada palabra…, cada expresión. Por esos momentos se olvidó de todos los pendientes… se dedicó a relajarse. El tiempo pasó sin que pudiera sentirlo… pareciera que se encontraba en un sueño del que no quería despertar.
Se sonreía y hacía gestos propios de sus recuerdos. Parecía que nuevamente vivía esos momentos... en eso y más pensaba… cuando fue interrumpida por unos fuertes golpes en la puerta, acompañados de gritos.
Era Adriana… que con desesperación… llamaba a Clarisa; Misma… que se incorporo molesta por la forma en que fue arrancada de sus pensamientos.
— ¿Qué pasa Adriana…? Te ordené no ser molestada… ¿A que se deben tus gritos…?
— ¡Señorita, una empleada resbaló por la escalera y esta inconsciente!...
— ¿Cómo es posible, llamaron al servicio médico?
—Sí, Ya los llamé.
— ¡Muy bien!… vamos a ver qué pasa.
Cuando Clarisa llegó a la escena de los hechos, la chica volvía en si… y el servicio médico se encargaba de la situación.
En breves momentos fue llevada al hospital, para recibir la atención necesaria.

Clarisa se dirigía a la oficina, cuando Alexander la sorprendió en el corredor.
— ¿Qué pasa…? , ¿Por qué estas tan alterada…?
—Una chica se cayó y quisiera ir al hospital; me gustaría encargarme personalmente, de que reciba la debida atención.
— ¿Me permites acompañarte?
—Claro, te lo agradecería mucho. En estos momentos no tengo ánimos de manejar, pensaba pedir un taxi; realmente estoy muy alterada. Por favor adelántate, recojo mis cosas y te alcanzo en el estacionamiento.

Alexander como todo un caballero, abrió la puerta del coche para dar paso a Clarisa y al momento le pidió que lo guiara camino al hospital. Al cabo de un rato de trayecto… llegaron al centro médico. Clarisa se acerco al modulo de información y preguntó sobre el estado de salud de su empleada.
Afortunadamente la chica era joven y gozaba de buena salud… por lo que la caída, no afecto a gran manera.
Clarisa pidió pasar a verla. Después de verificar que todo estaba bajo control, le pidió a Alexander le hiciera favor de llevarla de regreso a su casa.
Camino a casa de Clarisa, ambos permanecieron en silencio… parecía que temieran decir algo inapropiado.
Al llegar… Clarisa observo detenidamente a Alexander. Su mirada era benevolente…, como de agradecimiento y a la vez…, de admiración.
Alexander rompió el silencio.
—Pues bien… señorita. Servida, la dejo en su casita… y que descanse.
—No. Espera… ¿Te gustaría quedarte a cenar?...
Parecía que Clarisa no quería perder un momento a su lado. La invitación fue muy oportuna… Alexander aceptó con gusto.
— ¡Oh…! Pero… la cocinera pidió permiso para retirarse hoy temprano. ¿Qué vamos a cenar?
Alexander respondió con una sonrisa por demás seductora.
— Soy un excelente cocinero, no te preocupes… yo me hago cargo. Claro, si tú me lo permites…
Al momento entraron a la casa. Esperanza ya se encontraba dormida. Clarisa subió a verla y pudo notar que estaba en un sueño profundo… trato de no hacer ruido para no despertarla. Cerró la puerta de la recamara y bajó para hacer compañía a Alexander, quien hacia alarde de sus grandes habilidades como cocinero.
— ¡Mm...! ¡Huele delicioso!...
—Como veras me he apoderado de tu cocina.
—Ya veo y me resulta muy agradable. A mí la verdad, no se me da mucho el gusto por las artes culinarias.
—Pero aquí estoy yo al rescate, como te lo dije antes.
—Ya lo sé, hoy fuiste muy amable al acompañarme al hospital, y ahora mírate, cocinas para mí. Y al parecer lo haces delicioso.
— ¡Si, lo hago delicioso! —. Respondió Alexander en un tono malicioso.
— ¿Cómo dices?
Alexander agradeció el cumplido, tomó a Clarisa de las manos, y la llevo al comedor, desviando la respuesta a la pregunta de Clarisa. Se encargo de servir la mesa y le ofreció una copa de vino. Clarisa se mostró sorprendida.
—Vaya… ¿Y tu como sabes donde están los vinos?
—Como veras soy muy observador… y no es lo único que descubrí. También pude darme cuenta que tienes una colección de muñecas.
— ¡Qué pena…! , ¡Pensaras que aun me creo una niñita!...
— ¡Claro que no!... pero cuéntame… ¿De dónde se originó el inicio de tu colección?
—Hace muchos años mi padre viajó a Filipinas por asuntos de negocios…, me trajo seis muñecas hermosas. De ahí inicio todo… ahora las conservo para regalárselas a mi primera hija. Hace mucho tiempo que no agrego ya ni una sola muñeca; pero bueno…, creo que ya son suficientes.
—Nunca nada es suficiente cuando te provoca satisfacción —. Respondió Alexander, tomándola de una mano. Clarisa sintió estremecerse al escuchar la voz de Alexander en un tono bajo y tan cerca de ella. Tuvo que alejarse rápidamente, le resultaba muy difícil permanecer cerca de él. Su corazón latía fuerte y rápido, parecía un caballo desbocado… como si fuera a salirse de su pecho.
—Alexander, tengo que agradecerte todas tus atenciones, desde que llegaste has sido muy amable conmigo. Y ahora que me acompañaste al hospital demostraste que realmente quieres estar al pendiente de mí. Pero… ¿tan comprometido te sientes con mi padre?
—Es mucho el agradecimiento y honro la memoria de tu padre; pero no es precisamente lo que me mueve a permanecer en tu empresa y cerca de ti.
Al escucharlo… Clarisa trato de preguntar a que se refería… entonces Alexander llevó su dedo índice hacia la boca de Clarisa.
—No preguntes tanto, solo confía en mí. Y ahora tengo que irme, ya es muy tarde.
— ¡Espera Alexander!... ¿Te… pido un taxi?
— ¡Gracias…! , ¡Que amable Clarisa!...
—No es nada… solo quiero que mi protector salido de la nada, llegue con bien a su destino.
— ¿Debo considerarlo como un cumplido…? Bueno… viniendo de ti. Creo que si es un cumplido y lo agradezco infinitamente.
— ¡Vaya… que eres adulador!...
— ¡Creo que llego mi taxi!... ¡Me voy!... ¡te veo mañana en la oficina Clarisa!...
— ¡Esta bien!... ¡Qué descanses… y gracias de nuevo!...

Alexander subió al taxi y se alejó…, dejando en Clarisa una mueca de regocijo. En su mente se revivían uno a uno los momentos que compartieron juntos, no podía dejar de pensar en Alexander y en la manera de cómo ella, se dejaba guiar por él.
Clarisa siempre fue muy independiente… y ahora se mostraba tan dependiente de un hombre al que apenas conocía. Además…, existía la intriga, ¿Por qué él quería protegerla…? ¿Que era eso… que guardaba para sí mismo?...

Capitulo 3

Capitulo3
Sentir No Depende De Uno Mismo… Los Sentimientos Son Inevitables…

El cansancio termino por vencerla llevándola a un profundo sueño… por cierto nada reparador… En él…, miraba fantasmas acechándola, se sentía sola, desprotegida…, gritaba, pero nadie podía escucharla.
Se sentía cansada… parecía que la cama la abrasaba impidiéndole levantarse… el sonido del despertador la arranco de golpe de esos sueños que la atormentaban.
Al despertar, volteo su vista al reloj, dándose cuenta que estaba a buen tiempo para alistarse… El problema era que no tenía ánimos… se sentía cansada.
Se estiro, bostezó y casi de un brinco salió de la cama. Se animo poniendo música, realizó un poco de ejercicio… terminando en una ducha de agua tibia.
Mientras enjabonaba su cuerpo se percató que sus pezones estaban endurecidos, no pudo evitar pasar nuevamente sus manos sobre ellos… ese contacto le hizo sentir una extraña sensación, su vientre y todo su ser respondían a ese estimulo… de inmediato Clarisa terminó su baño, tratando de ignorar lo sucedido.
Esta vez… dedico más tiempo a preparar su atuendo; combinó zapatos, bolso y accesorios… realmente se veía muy atractiva. Parecía que tenía plena intención de impresionar a alguien… cualquiera que la conociera podría notar que se reflejaba en ella un brillo distinto en su mirada.
Después de desayunar…, se despidió de Esperanza; Acordando llegar temprano para asistir juntas al teatro. Sin más… se dirigió a la empresa; llegó un poco antes que de costumbre. Adriana su secretaria aun no llegaba. Clarisa se instaló en su oficina, permaneció sentada en su silla por un momento… se sentía inquieta, parecía que estaba desesperada por algo.
Comprendió entonces… que lo que quería era ver a Alexander, ansiaba el momento de estar cerca de él. Era como si todo su ser le pidiera a gritos sentir ese calor que se provocaba en su cuerpo al tenerlo a su lado. Deseaba percibir su aroma y sentir que casi podía saborear su aliento. Se dejó llevar por sus pensamientos y por las emociones que se encontraban a flor de piel… que no se percato que Alexander había entrado en su oficina y tenía ya un rato observándola.
Clarisa permanecía con los ojos cerrados, era como si disfrutara… en su rostro se podía reflejar un toque de placer, de regocijo, de alegría. Alexander se acerco lentamente hacia ella, se inclino y muy cerca en su oído murmuró.
— ¡Buenos días Arquitecta!...
Clarisa casi brincó del sillón en donde se encontraba. Su cuerpo temblaba…, palideció y se mostró un poco molesta. Al momento le reprochó.
— ¿Qué te pasa?... ¡Me asustaste!
Alexander a su vez sonreía… para el resultaba divertido ver que Clarisa mostraba cara de enfado.
—Ya… no te enojes, te vas a ver fea si sigues haciendo esas caras gruñonas. La verdad es que hoy te vez divina… y, con tu atuendo no va para nada esa cara. ¡Ya!… ¡Anda, alégrate…, si… dame una sonrisa!...
Al escucharlo… Clarisa olvidó su enfado y no pudo evitar sonreírle.
— ¿Siempre eres tan adulador?
—No. Solo con las chicas lindas que se esconden detrás de una careta, para ocultar sus sentimientos.
Clarisa prefirió ignorar el comentario.
—No sé a qué te refieres Alexander. Pero dime… ¿Crees estar listo para participar en la próxima reunión con los inversionistas extranjeros?...
Clarisa sabía que era demasiado pronto para que Alexander se encontrara en condiciones de intervenir en la próxima junta, que tenía en puerta. Pero consideró que era una forma de conocer que tanta experiencia tenía… era tanto como ponerlo a prueba…
— ¡Claro que sí!... tengo algunos proyectos que creo que te van a parecer interesantes… y que de aprobarse… harán redituar muy buenos dividendos a tu empresa.
No esperó recibir tal respuesta… por lo que un tanto despectiva le respondió:
—Me parece que debería analizarlos Alexander, de esa manera podré familiarizarme con ellos… y así ayudarte a presentarlos.
— ¡Por supuesto…! , ¿Te parece si organizo todo y pasas a mi oficina después de comer?
—Sí, me parece bien…
—Entonces te veo más tarde.
El tiempo transcurrió lentamente para Clarisa… apenas quiso probar bocado… esperaba con ansia el momento de estar nuevamente cerca de Alexander. Espero prudente y después de un rato se dirigió a la oficina, para revisar juntos los proyectos. Alexander la esperaba… para el también era casi necesario tenerla cerca.
Clarisa tocó suavemente la puerta.
— ¿Se puede…?
— ¡Claro…! ¡Pasa!… tengo todo listo… mira… ¿Qué te parece…?
Después de un rato de revisar minuciosamente los proyectos Clarisa se mostró complacida.
— ¡En verdad son muy interesantes Alex!... Creo que van a ser un éxito.
Alexander la observaba… y mostraba en su rostro una ligera mueca de agrado.
—Creo que realmente los proyectos son de tu agrado, acabo de notar que me llamaste Alex.
— ¿Eso te molesta?
—Por supuesto que no. Más bien me agrada muchísimo… saliendo de tus labios es una caricia a mi oído.
Clarisa sintió un estremecimiento en todo su ser, los cumplidos de Alexander la hacían alejarse por unos momentos de la realidad. Tenerlo tan cerca la hacía imaginar cómo sería poder besarlo… casi podía sentir sus manos acariciándola…
No podía entender cómo es que ese hombre la hacía sentirse tan especial y al mismo tiempo tan nerviosa… mostraba en todo momento fortaleza, aunque realmente se sentía tan frágil… en esos momentos tenerlo cerca le había ayudado a sobre llevar de cierta manera, la muerte de su padre.
— ¡Bueno me voy, tengo que retirarme temprano!...
— ¿Pasa algo Clarisa?...
—No. Es solo que invite a mi madre al teatro y quisiera llegar a buen tiempo…

Por un momento Alexander permaneció en silencio… sin pensarlo le respondió:
—Me alegra que sea eso… y no algún problema…, o algún tipo lo que hace que te marches.
— ¿Algún tipo…? , ¿A qué te refieres…? —. Para Clarisa fue por demás extraño que Alexander le hiciera tal comentario…
—Perdona Clarisa, sé que no tengo ningún derecho a preguntar; pero… ¿tienes novio…?
— ¡No… aun no ha llegado el hombre ideal a mi vida…!
— ¿Acaso tienes muchos requisitos que cubrir…?
— ¡Tal vez si…! , ¡Tal vez no…! Más bien creo que no me he dado la oportunidad, no he buscado o, no he estado en el lugar o, momento preciso…
— ¡Pues… qué bueno que así sea!...
— ¿Qué dijiste…! —. Clarisa no podía creer que Alexander respondiera de tal manera…
— ¡Perdona!... ¡No fue mi intención…! , ¡No quise decir…! , solo que…
Alexander fue interrumpido por Clarisa.
— ¡Olvídalo… te veo mañana!...
— ¡Esta bien!... ¡Que se diviertan!...

Casi como pretendiendo no darle importancia a las palabras de Alexander, Clarisa salió de la oficina…, dejo el edificio y se dirigió a su casa…
Al llegar… su madre la esperaba lista para salir juntas al teatro. En pocos minutos… Clarisa se alisto y salieron apresuradas.
Llegaron a buen tiempo… se acomodaron en lugares que les permitían presenciar muy de cerca la obra que recién estaba de estreno.
Clarisa considero que para Esperanza sería una buena forma de distraerse… por lo que a pesar de estar muy reciente la muerte de su padre, no dudo en invitar a su madre a presenciar una obra que sabía que sería de su total agrado.
Esperanza disfrutaba de ese momento de distracción… durante los últimos meses se había dedicado de tiempo completo al cuidado de su esposo. La enfermedad que lo llevara a la muerte lo había consumido lentamente… tanto a él, como a ella… que vivió muy de cerca los momentos más difíciles… al lado del hombre con quien permaneciera casada por más de treinta años. Era obvio que le costaría trabajo reponerse de esa pérdida… pero cuando se ve sufrir de cerca a un ser querido, se reconoce que es mejor llegar al fin de ese sufrimiento… la muerte entonces resulta ser algo más aceptable…
Pasaron los minutos… y al término de la obra. Clarisa tomo a su madre del brazo para ayudarla a levantarse del asiento. De pronto… una mano más entro en ayuda de Esperanza.
— ¡Alexander!... ¿Qué haces aquí?... —Preguntó: Clarisa.
— ¡Me permite… señora!
Las palabras de Clarisa prácticamente… fueron ignoradas por Alexander.
— ¡Claro muchacho…! , ¡Que gusto verte…! No sabía que gustabas del arte dramático.
—Bueno… no soy muy fanático, pero me gusta disfrutar de una buena obra y esta es una de ellas.
— ¡Veo que tienes buen gusto! —. Expresó Esperanza.
Alexander volteo a ver a Clarisa… y con algo de picardía les sonrió.
—Claro… que tengo buen gusto.
Clarisa se sintió apenada, solo pudo atinar a bajar levemente la cabeza para evadir la mirada penetrante de Alexander. Al momento salieron del teatro.

—Si gustan, puedo acompañarlas de regreso a su casa.
—No es necesario. No te molestes Alexander.
—No es molestia Clarisa. Permítanme acompañarlas, es tarde y me sentiría muy preocupado de saber que van solas… con lo peligroso que es esta ciudad por la noche.
Esperanza opinó al respecto. —Aceptamos Alexander. Tienes razón, es peligroso andar solo de noche y un par de chicas lindas no deben de andar solas tan tarde—. Los tres rieron al unísono.
— ¡Mamá, no pierdes tu sentido del humor!
— ¡Bueno hija!, tengo que echarme flores, si no… ¿Quién…?
Dirigieron sus pasos por fin al estacionamiento. Clarisa cedió el volante a Alexander. Le resultaba muy placentero sentir su presencia tan varonil; pero sobre todo… sentirse protegida por él.
Pero sin embargo; la invadía la incógnita. ¿Por qué nuevamente Alexander estaba cerca de ella…? Desde que llegó… se había convertido prácticamente en su sombra. Echo que no le desagradaba en lo más mínimo. Solo que la incomodaba el no saber si existía algo obscuro, en el fondo de toda esta situación. Al cabo de un rato… llegaron a casa de Clarisa. Alexander brindo su ayuda a Esperanza para bajar del auto.
— ¡Gracias Alexander!... eres todo un caballero. Me alegra que estés cerca para apoyar a mi hija.
—No tiene nada que agradecer Esperanza, lo hago con mucho gusto.
La madre de Clarisa los dejo solos en la sala. De cierta forma sentía simpatía por Alexander.
—Me retiro muchachos… ya me quiero dormir. Me siento muy cansada.


La seducción.

Clarisa no perdió oportunidad para enfrentar a Alexander.
—Y dime… ¿Qué hacías tú en el teatro…?
—Lo mismo que tú Clarisa… apreciaba una buena obra.
—Quiero la verdad… ¿Por qué estabas ahí…? , ¿Me estas siguiendo?... No creo en las coincidencias Alexander. Dime… ¿Qué pasa…?
—Cálmate Clarisa, tienes razón… la verdad es que quería ver por mí mismo que estabas con tu madre y no con alguien más…
Clarisa respondió indignada.
—Y que puede importarte a ti, con quien salga o deje de salir yo. ¿Por qué te inmiscuyes de esa manera en mi vida…? ¡No tienes ningún derecho!... —Los labios de Clarisa no pudieron pronunciar una palabra más... Alexander la tomó en sus brazos…, unió sus labios a los de ella impidiéndole un reclamo mas… sus bocas quedaron unidas por varios minutos.
Alexander introducía su lengua entre los labios de Clarisa, buscando sentir el contacto de sus bocas, de una manera más profunda… El corazón de Clarisa latía fuertemente…, su cuerpo casi desvanecía al calor que provocaban… tales besos atrevidos.
No supo en qué momento las manos de Alexander… comenzaron a recorrer su cuerpo. Parecían mariposas volando por todo su ser…, posándose en los lugares más íntimos. Clarisa no oponía resistencia… era tan candente el momento, que segaba cualquier lógica. No había una explicación… solo se dejaban llevar por la pasión que invadía todo su ser.
Clarisa se sintió perdida… era tal el deseo…que no podía oponer resistencia…, dejó que Alexander la guiara, en el juego del amor.
Las manos de Alexander tocaron delicadamente los senos de Clarisa, buscando sus pezones para deliciosamente endurecerlos… sus labios dibujaron un camino por todo su cuerpo recorriendo cada centímetro de su piel. Los pezones de Clarisa, de un color ligeramente rosado… tomaron una forma que realmente incitaba a acariciarlos. Los labios de Alexander se posaron sobre ellos… era dolorosa y a la vez sumamente agradable, la sensación que se provocaba en Clarisa, al sentir que Alexander jugaba a mordisquear y lamer tiernamente, esas áreas tan vulnerables.
Clarisa se sentía confundida… no podía permitir que la situación continuara. Le resultaba muy difícil detener las atrevidas caricias de Alexander, pues realmente… estaba disfrutando al máximo… de esos momentos de placer… tan anhelados por ambos.
Un breve momento de cordura concluyó aquella escena.
— ¡Basta Alexander! , ¡Vete ya por favor!
El alto que Clarisa ordenara… fue como un golpe a la razón de Alexander.
— ¿Qué pasa…? Pensé que lo disfrutabas tanto como yo.
—Si… lo disfrute muchísimo… pero no está bien. Apenas si te conozco… realmente… ¿No sé qué me pasa contigo?... lo mejor es que te vayas. Mañana hablamos en la oficina. Te espero a las 9:00 am. Por favor se puntual…
Alexander ya no pronuncio una sola palabra… se sentía sin ánimos… toda su pasión había sido sofocada de golpe. Lo peor… era el temor que tenía a que Clarisa quisiera alejarlo para siempre de su lado…

Esa noche para Alexander fue un infierno… no pudo conciliar el sueño, en prácticamente toda la noche. Lo atormentaban tantas ideas…, especulando lo que Clarisa iba a decirle. A su vez…, en su alcoba… Clarisa era invadida por un sin fin de preguntas. Se cuestionaba a sí misma, el… ¿Por qué…? le había permitido a Alexander, tomarse tantas atribuciones. Pero lo que más la atormentaba… era que ella… lo había disfrutado tanto…que lejos de sentirse arrepentida…, ardía en deseos de revivir esos momentos… Cerraba los ojos y comenzaba a repasar cada minuto, cada segundo, cada caricia… y cada momento cerca de Alexander. Su piel se erizaba… en su mente se revivían esos instantes de pasión… dejando escapar suspiros y ligeras exclamaciones de placer. Mas que atormentada… se sentía ansiosa, por saber… ¿Qué habría pasado si ella no se resistía a tal estimulo?…